Foliamos?

 Primero sufrí un engaño que me hizo desconfiar de todas las mujeres. Me puteó tanto esta doña, que de tanto resentimiento, no conseguí tener relación ninguna durante por lo menos, diez o quince años. Era una hippie, bióloga, con los pelos largos, montañera, de ésas de amor libre, que de tanto amor libre, terminan encontrando un simplón enamoradizo como yo, y no son conscientes del daño que hacen, acostándose con quien primero ven, hasta que se lo hacen con tu mejor amigo, y entonces tienes que decidir entre matarlos a los dos o aguantar como un campeón la tortura de estar escuchándolos fornicar, hasta que llegue la mañana y poder coger el primer autobús rumbo a casa.

Luego conocí a otra doña por internet. Y sí, fue un amor bello. Durante tres años. El sexo era rico y del mejor que he probado en mi vida. Pero como se dice divorcio en árabe, se aleja la almeja. Y ya es difícil hacerla volver. Sobre todo, cuando uno empieza a pensar que nunca fue tan importante, pero sí una aventura de una mujer mayor, con un hombre mucho más joven que ella. Que él por falta de amor, y ella por sed de experiencias, se compenetraron muy bien durante lo que el amor dura, dura.

La vida nos lleva por derroteros muy distintos, y a pesar de intentar estar juntos, es difícil. Uno sufre de mal de amores, se vuelve loco y se convierte en hombre lobo, que se trastorna con cada ciclo lunar. Porque encima de todo, ella está en la otra punta del mundo, a siete horas menos, y hace que tenga dos horarios en danza. Lo que significa que ni vivo aquí, ni vivo allá, se me altere el ritmo, el reloj vital, me traten de Usía, no se metan conmigo, que ya estoy harto me traten de psicópata, me intenten hacer jurar bandera otra vez, hacer la instrucción militar o ponerme a navegar por el ancho mar, cuando yo viajo desde mi casa, con mi cerebro, sin necesidad de moverme (I'm travelling without moving).

Se me olvidaron los equinocios a base de solsticios, que se alimentaron con las altitudes y las latitudes, los hemisferios, el ecuador, los ciclos lunares, los anillos de Saturno (que representa al padre), mientras Cronos devora a su hijo, mientras éste le cambia los pañales cada mañana, antes de que tarde o temprano, termine absorbido por el agujero negro alrededor del que gravitan y orbitan los sistemas planetarios que reinan en mi galaxia.

Y aunque aún joven, tampoco lo soy. Depende de para quien. Para mis hermanas mayores, sigo siendo el pequeñín. Pero para las chicas que me gustan, soy un viejo verde.

Peco de torpe para ligar. Las mujeres de mi edad, me parecen mayores. La que no está casada, tiene hijos, cuando no, las dos cosas. Y si está libre, no me gusta, por algo está libre. Además, no sé cómo encarar la conversación, soy demasiado directo, y eso puede echar por tierra cualquier intento de seducción. Porque de un golpe, asusto a las moscas y salen volando. ¿Que hago para echar un polvo?

Yo ya estoy harto de masturbarme. Es más, ya no lo disfruto. Sigo teniendo apetencia sexual, pero necesito mayor excitación. Soy activo sexualmente, pero con la edad, es necesario más fuego para encender el fósforo. Y sí, el fósforo se pone duro, tieso, como usted quiera, pero no termina de explotar. Es hora de cambiar de papel de lija.

Ya probé las prostitutas. Y son eso: prostitutas. Eso no es sexo, es una transacción económica.

No es que sea sexo sin amor, es que no es sexo, y mucho menos, amor.

Así que, por favor, si me ves por la calle, eres una mujer y buscas un amigo con derecho a sexo, o lo que surja, por favor, no te me andes con rodeos. Dímelo abiertamente. O llama a mi casa, envíame un whatsapp (637835221), un correo electrónico (juanmontoyalopez@gmail.com), ven a verme (estudio moncola, calle Marqués de La Ensenada, 13D, 30395 La Puebla, Murcia, España), hablemos, tomemos un té, comamos una tortilla de patatas, besémonos, hagamos el amor, juguemos a la máquina recreativa, toquemos la guitarra, enséñame tus mascotas, si es que tienes. Quiero conocerte.


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